martes, 30 de septiembre de 2014

Clubes para potenciar el aprendizaje estudiantil


A través del muro...


Clubes para potenciar el aprendizaje estudiantil

Como maestros, siempre buscamos la forma de que nuestros estudiantes aprovechen su tiempo al máximo, aún cuando están fuera de la escuela. Tal vez porque, más allá de que aprueben nuestro curso, nos interesa en qué se convertirán cuando crezcan.

Es por eso que Ana, además de ser la maestra de Matemáticas, formó un club de Robótica, y Ted, el maestro de Educación Física, organizó la liga de Taekwondo. Aunque esta es parte de sus labores en la escuela, la realidad es que lo hacen con alegría porque realmente les importan sus estudiantes y quieren sacar el máximo de ellos.

Se trata de ayudar a los niños y jóvenes a maximizar su tiempo libre y existen varias maneras para lograrlo. Una de estas es la participación de los estudiantes en distintos clubes y organizaciones estudiantiles en los cuales sientan que son útiles y que aprovechan su tiempo en algo productivo.

Un club es una agrupación voluntaria e informal que, aunque posea un reglamento, su propósito es proporcionar a los estudiantes un ambiente educativo y estimulante a través del cual estos jóvenes puedan aprovechar su tiempo libre. En cambio, una organización estudiantil es una estructura más formal, cuyo propósito no radica principalmente en mantener a los jóvenes ocupados en su tiempo libre, sino que tiene un objetivo más académico.

Por lo general, los estudiantes ven los clubes como una posibilidad para relacionarse con la comunidad escolar, sin la rigidez de una organización estudiantil, como lo son las sociedades de honor de la escuela. La realidad es, sin embargo, que tanto en los clubes como en las organizaciones tiene que haber un compromiso firme y sentido de responsabilidad por parte del estudiante, los padres y los moderadores.

Existen clubes escolares para los gustos y las necesidades de cada estudiante y lo mejor de todo es que si no existe, se puede crear. Sí, un club puede formarse porque un grupo de estudiantes lo solicite o por iniciativa del maestro u otro miembro de la comunidad escolar. Lo importante es que responda a las necesidades de los estudiantes que pertenecerán a este. Los maestros deben conocer los intereses de sus estudiantes y sus habilidades para poderles recomendar a qué club podrían pertenecer. Sin embargo, debe permitírsele al estudiante seleccionar el de su preferencia, aunque el maestro esté convencido de que no le conviene. De esta forma, se le da al estudiante cierta libertad para explorar sus intereses y para descubrir otros que desconocía.

Los clubes son organizaciones completamente democráticas y, aunque los maestros participen como moderadores, debe formarse una directiva compuesta por los mismos estudiantes para que sean ellos quienes lideren el club. Esto desarrolla en los estudiantes la autonomía y el liderazgo, la capacidad de tomar decisiones y trabajar en equipo, entre otras capacidades que son sumamente necesarias para la vida.

Cada club debe establecer el público al cual va dirigido, ya que no todos los clubes se prestan para todas las edades. Así también, las responsabilidades y los roles de dicha organización deben otorgarse de acuerdo con la edad y el grado de formación de sus miembros.

Un estudiante seleccionará el club al cual desea pertenecer por los ofrecimientos, beneficios y nivel de entretenimiento que dicha organización pueda proveerle. A los estudiantes les encanta mantenerse activos, realizar actividades fuera de la escuela y hasta fuera del horario escolar. Ahora bien, si el club del cual participa no llena sus expectativas, puede ser que desista de pertenecer a un club o que siga intentándolo con otros. Es por eso que, como maestros, debemos ocuparnos de que la experiencia de pertenecer a un club sea lo más placentera posible para los estudiantes.

Algunos clubes, por su naturaleza, suelen ser más divertidos que otros, pero la realidad es que un moderador puede hacer que el club de español sea tan divertido como el de deportes. La clave está en tres aspectos muy importantes: el nivel de compromiso del moderador, cuán claros estén los objetivos que le transmite a sus estudiantes y el conocimiento que tenga sobre cada uno de los miembros del club. Así pues, moderar un club sigue siendo igual que cuando planificamos una clase para un grupo de estudiantes. Si no conocemos los objetivos, las necesidades de nuestros estudiantes y no estamos comprometidos con ellos, el aprendizaje no puede lograrse.

En cambio, si unimos estos tres aspectos, solo nos resta mantener al grupo motivado con actividades que sean pertinentes a los estudiantes y a la naturaleza del club. Para los clubes académicos, como los de español, matemáticas o inglés, se recomienda realizar actividades en las cuales los estudiantes puedan ver aplicadas las materias en situaciones de la vida real. Por ejemplo, un club de español puede encargarse de investigar sobre los errores más comunes del vernáculo y llevar a cabo una campaña para conservar nuestra lengua. El de ciencias podría involucrar a sus miembros en algún proyecto de protección ambiental, y el de historia podría dedicarse a trabajar con los aspectos culturales de nuestro país. Otros clubes que no son académicos, como los clubes deportivos, de tecnología, idiomas y servicio, también se prestan para que el estudiante desarrolle sus capacidades al máximo, al participar de la toma de decisiones y de la solución de problemas.

A veces, algunos padres caen en el error de no permitirles a sus hijos pertenecer a algún club porque entienden que podría ser una distracción para sus estudios. Sin embargo, las destrezas que desarrolla el estudiante en un club u organización llegan a los niveles más altos del pensamiento, incluso si nos dejamos llevar por la taxonomía de objetivos del pedagogo estadounidense, Benjamin Bloom. Para ejecutar una tarea, los estudiantes tienen que demostrar conocimiento, aplicar lo aprendido en situaciones reales, analizar los contextos y los problemas, sugerir propuestas y soluciones luego de sintetizar y evaluar los problemas para, finalmente, crear un proyecto que sea de bien para ellos mismos o para otros; esta última, es la capacidad más grande que pueda desarrollar el ser humano.

Pertenecer a un club ayuda a los estudiantes en muchas maneras. Puede ayudar, incluso al estudiante más rezagado en cierta materia porque le ayuda a descubrir otras capacidades y habilidades que desconocía, fortalece su autoestima y le abre los ojos hacia otras posibilidades. Por eso, los clubes son una excelente estrategia para potenciar el aprendizaje estudiantil y logar que sean seres útiles y productivos en la sociedad. Recuerda: necesitan un mentor, y ese puedes ser tú.

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