jueves, 16 de octubre de 2014

Nuestra biblioteca: espacio de aprendizaje para todos

A través del muro...

Nuestra biblioteca: espacio de aprendizaje para todos


Aunque es una realidad que los tiempos cambian, hay cosas que siguen siendo iguales. Cuando entramos en una biblioteca, no importa cuántas veces lo hagamos, se siente la misma impresión cada vez. Es la sensación de entrar al mundo del conocimiento, el olor a saber que tienen los libros y la disposición de aquella maestra bibliotecaria para ayudarnos a encontrar lo que necesitamos.

Claro que, con el tiempo, cambian también las generaciones, y en este aspecto debemos aceptar que los pequeños visitantes de nuestras bibliotecas no llegan a ella necesariamente con la misma avidez que teníamos nosotros de estudiantes, aunque cuando llegan, se sienten distintos. Ciertamente, hoy día es un reto mantener a los estudiantes enfocados, dada la variedad de recursos que existen en estos centros.

Las bibliotecas de hace dos décadas estaban llenas de enciclopedias de todas clases. Existía, tal vez, un televisor con una videocasetera para llevar a los niños a ver una película y muchos mapas, de todos los tamaños. En aquellas con más recursos había, como mucho, una computadora IBM y un carrusel con diapositivas para ver láminas y fotografías. En ese escenario, la biblioteca era nuestro remanso de paz y tranquilidad para estudiar, leer e investigar.

En cambio, hoy existe una gran cantidad de recursos modernos y tecnológicos en una biblioteca. Las nuevas generaciones han provocado una restructuración completa del ambiente de estos centros. Los intereses de los estudiantes de hoy exigen una mayor variedad de recursos que satisfagan sus necesidades. Por eso, la biblioteca del siglo XXI responde a las características de los estudiantes de esta era.

Los jóvenes de la generación "net", como se les llama, poseen características muy singulares. Según Marc Prensky, educador experto y creador del término “nativo digital”, los ciudadanos digitales son "multitasking", lo cual quiere decir que pueden realizar varias tareas simultáneamente, como escuchar música a la vez que leen y ven televisión. En la escuela, esperan que la información llegue a ellos del modo más fácil. Por eso, siempre que tengan que buscar información lo harán a través de la Internet. También son muy tecnológicos; prefieren realizar todo cuanto puedan utilizando la tecnología, como por ejemplo, leer libros en formato electrónico.

Equipar nuestras bibliotecas con los recursos que necesitan nuestros estudiantes y convertirlas en verdaderos centros de aprendizaje no parece ser una tarea fácil para muchos directores y maestros bibliotecarios. Si bien es cierto que se necesitan suficientes recursos económicos para lograrlo, es importante saber que existen ayudas para estos fines. En Puerto Rico existen fondos privados, federales y estatales para enriquecer los centros bibliotecarios tanto públicos como privados. A continuación, mencionamos algunos de estos: 

  • Proyecto “Educational Rate” (E-Rate) - Esta es una propuesta federal de Estados Unidos que funciona como un programa de descuentos en los servicios de telecomunicaciones. Las áreas que impacta son: telefonía, acceso a Internet, conexiones internas y el mantenimiento a las conexiones internas. Con este programa, la escuela o biblioteca puede recibir hasta un 90% de descuento en los servicios, dependiendo del nivel de elegibilidad que se le otorgue. Esto quiere decir que una escuela podría pagar solo un 10% de su factura de teléfono, Internet y de la compra de equipo generalmente costoso para la preparación de la infraestructura tecnológica, como servidores, enrutadores, puntos de acceso y otros. 
  • Otros servicios podrían estar disponibles de forma gratuita a través del proveedor de servicios de la propuesta de E-Rate, tales como videoconferencias para el desarrollo profesional de maestros y orientaciones a estudiantes, bases de datos en Internet y servicio de catalogación en línea para las bibliotecas, todos de forma gratuita. 
  • El Departamento de Educación de Puerto Rico también provee fondos para las bibliotecas y las escuelas, bajo los programas federales de la Ley 107-110, mejor conocida como "No Child Left Behind". 

No obstante, además de los recursos económicos, es más necesario e importante aún el esfuerzo y la dedicación del personal de la escuela y la biblioteca para:
  • solicitar los fondos y preparar las propuestas 
  • dar seguimiento a las actividades planificadas 
  • mantenerse capacitado y al día sobre el uso y funcionamiento del equipo 
  • adiestrar al personal de la institución y a los estudiantes sobre los recursos disponibles y su uso adecuado, así como de las políticas y procedimientos institucionales 
  • mantenerse innovando y creando estrategias para motivar a los estudiantes a asistir a la biblioteca 
  • realizar actividades para crear conciencia sobre la importancia del buen uso de los recursos tecnológicos y de información, como la creación de un club de asistentes bibliotecarios que, además, promueva el servicio en la comunidad escolar. 
Sin duda alguna, la función del maestro bibliotecario es sumamente importante para lograr que la biblioteca sea ese espacio de aprendizaje para toda la comunidad escolar. Los recursos necesarios están disponibles para transformar estos centros. Está de nuestra parte lograr que todavía en este siglo de tantos retos los estudiantes continúen sintiendo el mismo deseo de aprender.

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